jueves, 19 de marzo de 2009

Bien Debajo De Nuestra Nariz


"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro
tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera
que tenemos por delante" (Hebreos 12:1).

Algunos amigos estaban reunidos en determinada ciudad para
un evento especial. Durante la noche, resolvieron hacer una
broma con uno de ellos. Mientras éste dormía, pasaron
suavemente una pasta de queso de olor muy fuerte en el
bigote de él. Acordó una hora más tarde y dijo: "¡Éste
cuarto está con un terrible malo olor!" Caminó por el
pasillo y tornó a decir: "¡Este pasillo también está con
malo olor!" Caminó adentro de la sala de visitas y más una
vez habló: "¡Esta sala está hediendo!" Entonces, perplejo y
anhelando saber de dónde venía el olor, él resolvió caminar
por el lado foráneo y allá exclamó: "¡El mundo entero está
hediendo!" Y el problema estaba bien debajo de su nariz --
exactamente como el pecado en nuestras vidas.

A veces creemos que todo está equivocado y que las personas
están equivocadas. Criticamos lo que vemos por la frente y
nada nos agrada en momento alguno. Nuestro malhumor contagia
negativamente el ambiente y las personas comienzan a si
alejar de nuestra compañía. No percibimos qué el problema
está bien debajo de nuestra nariz.

El amigo de la calle es aburrido, lo vecino es
inconveniente, el colega de trabajo es intratable, nuestros
padres son anticuados, nuestros hijos son rebeldes, nuestro
patrón nos esclaviza, todos ellos nos exasperan. Creemos que
no necesitamos de nada y de nadie y, cuando fracasamos, la
culpa es, ciertamente, de todos ellos. Y el problema
continúa bien debajo de nuestra nariz.

Cuando somos despertados para el "problema debajo de nuestra
nariz" y buscamos arreglar todo, el mundo se transforma y
las personas también. Todo se vuelve más agradable, más
melodioso, más atrayente. El problema es el pecado que nos
alcanza y nos aleja de Dios. Sin Él la paz no es completa,
la alegría es pasajera, el cielo está siempre obscuro, las
bendiciones nos miran de lejos.

Cuando removemos la "pasta de queso del pecado" de debajo de
nuestras narices, todos los lugares donde estamos o por
donde pasamos son perfumados y la vida es muy mejor.

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